1.22.2013

Cuando hablas con la verdad...

“Si quieres decirle la verdad a la gente, hazles reír o te matarán."
Oscar Wilde

Decir la verdad es difícil, pero es más dificil escuchar la verdad cuando no se está preparado y consideramos grosero o intrometido que alguien se atreva a echarnos en cara aquel mal hábito o actitud que molesta tanto a las personas.

Yo suelo hablar de forma mordaz, critico abiertamente siendo cruel pero ingeniosa, cínica pues.  Pero en ocasiones ese poco tacto que produce en la gente risa en vez de molestia, no siempre me acompaña. Ejemplo: Hace unos días a la hora de comida, mis compañeros y yo nos encontrábamos en el comedor, había un residente (un médico haciendo su especialidad) comiendo, muy conocido por los administrativos por grosero y porque algunas veces tiraba la comida inmediatamente después de que se la sirvieran porque no le parecía apetecible  (comida gratis para él, y que nos vendían a nosotros).  Bueno, el caso es que en esta ocasión se levantó al terminar de comer y dejó la charola en la mesa... no tiró a la basura las sobras y no regresó la charola a su lugar, al menos aquí es el protocolo o lo más cortés.  Se marchó y todos lo llamamos "cochino".  Minutos más tardes regresa, abrió la puerta y entró al comedor y dije en voz alta con tono de emoción y sarcasmo: "¡Miren, regreso a levantar su plato!"  Me escucho y volteó conmigo sin gesto alguno.  Consideraron mi actitud grosera y que me podía meter en problemas, y aunque por unos segundos pensé: "¡Chin, la regué!", en verdad se lo merecía, y no nadamás por dejar un simple plato con restos de comida sobre la mesa, también por prepotente, ¡Hmm!

La mayoría de las veces soy así, pero a veces me acobardo cuando se trata de arreglar asuntos personales o digo mentiras piadosas.  Eso si, cuando se trata de escuchar mis verdades lo tolero pero sufro, no hay balance parece.

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