8.03.2017

Lunes 7 de Agosto

No es ningún secreto que estos últimos meses me haya estado quejando del desempeño de un compañero de trabajo, que por más de un año que se le hayan repetido que hacer y que no, volvía cometer los mismo errores cada semana.   Mes a mes se esfumaba nuestra fe en él. Ya no era justificación que fuera novato porque se contrato como una persona con mucha experiencia en el puesto  y me dejó de dar lástima su edad.  Es comprensible que una persona de 50 no aprenda igual que una más joven, pero yo sabía que más allá de ser olvidadizo, era terco, mentiroso y no quería ceder ni adoptar nuestra forma de trabajo más moderna que a la que él estaba acostumbrado.  Me daba coraje que al ser todos testigos de sus constantes tropiezos, su carga de trabajo se fuera aligerando y distribuyéndose entre los demás. 

No me dejaba contenta que un empleado que hacía menos y mal,  fuera mejor pagado que todos los demás.  Hizo que una situación con un considerable grado de dificultad, se convirtiera en un monstruo.

Me quejé de todo esto con una amiga de mente maestra, me dijo que no tomará esto como estrategia para pedir un mejor salario. No era correcto menospreciar la labor de un compañero para resaltar el mío, debería dejar hablar mi trabajo por mi. Agradecí sus palabras.

Ahora que todos notaron el descontrol del monstruo, han decidido transferirlo a mi cargo.  Creo que es el reto más grande que tendré como compradora, siento emoción, miedo, resignación, de todo un poco, pero ya estoy preparada psicológicamente para enfrentarme a él. Esta es la oportunidad para que mi trabajo hable por mí.

God please bless!

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