2.16.2016

No se lo digas a nadie

Dice mi madre que hay cosas que no se deben contar y a esta edad le concedo la razón.  ¿Quién no tiene vivencias entrañables escondidas entre la boca y la cabeza? Secretos que seguramente en alguna noche de copas han intentado escapar. Hasta el momento, el alcohol no los ha develado, tal vez ha dado pistas camuflajeadas de fantasía que las hacen difíciles de creer. Es una suerte estar programada para protegerlos.

Hace algunos años pensaba que tenía material suficientemente entretenido como para escribir un libro; ahora creo que esos secretos me arruinarían si fueran compartidos: perversiones, locuras, romances de juventud, pero también maquiavelismos que me hacen arrepentirme.

Puede que aunque crea que nadie los sabe, alguien ya los conoce, tal vez fueron muy obvios porque están por todas partes como mensaje encriptado.

No creo que haya alguien que no suela recordar algún momento en el que se llenaron de dicha, no está mal, recordar olores, sensaciones, chistes y la oscuridad. O alguien que quiera ocultar para siempre algo vergonzoso.

Algún día... lo bueno y lo malo de mi ser, lo que me hace ser humana se sabrá, lo que me ha convertido en mí.





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