1.02.2015

Cruz Campo

Un martes de noche fría, de esas en las que es posible ver lo que exhalas.  Callejas iluminadas por faroles y caminos de adoquines; imposible caminar con zapatos que no sean de suela plana y algunas gotas de lluvia han caído sobre nuestro cabello por unos segundos. Ya son las 3 de la mañana y el transporte público ha dejado de rondar.  Parace que todos se han marchado a dormir, y si ese es el caso, el centro de la ciudad es para nosotros y no sé por donde quiero empezar. SÍ, caminemos por horas hasta llegar a la ronda del Pio XII, que quiero liarme contigo y después unas cañas.

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