10.14.2010

lo que es para ti nadie te lo puede quitar

Sé que en ocasiones la gente critica a las personas que mencionan a Dios cada vez que hablan pero en esta ocasión no puedo evitar decir Gracias Dios! Por acomodar todo, haciendo encajar cada pieza en el rompecabezas de mi vida.
Muchas personas creen que lo que es para uno llega solito y directamente a la persona que le corresponde y lo creo.

¿Alguna vez han sentido “esto es para mí” cuando llega una oportunidad? Yo sí, es como si una vocecita en mi interior me dijera: “¡aprovecha!”

Muchas veces me he equivocado al malinterpretar las señales cayendo en lugares a los que no pertenezco y siento que he hecho bien en dejarlos, aunque siempre con un remordimiento de conciencia por no terminar lo que empiezo. Veo que algunas decisiones se toman con locura y razón al mismo tiempo y son esas decisiones las que consiguen oportunidades.

Una amiga y yo tenemos una manera especial de ver la vida, muy soñadora. Creemos que no hay imposibles, en el destino y que todo llega en el mejor momento (no antes ni después). Creemos en Dios, creemos en la fuerza de nuestros pensamientos y acciones, en que todo lo que deseamos llegará a nosotras. Tenemos la seguridad que nacimos con una misión; ella ya sabe la suya, yo aún desconozco la mía, pero le pido a la vida todas las noches que me la ponga enfrente. Par alguien más puede sonar ridículo, pero a mí me funciona desde que me llueven regalos y no precisamente los que están envueltos en papel y adornados con un moño.

Nunca he sido una persona que hace amistades por conveniencia ni pido favores para que mis contactos me consigan empleo (claro que si me consiguen empleo sin que yo se los pida, se los agradezco de por vida), y aunque no le veo nada de malo a eso, no es mi estilo. Voy a donde me lleve el viento, como gitana laboral y me gusta porque va con mi estilo de vida y capacidad de adaptación.

Empecé en abril con un trabajo temporal como recepcionista en un despacho de abogados. Antes de terminar el empleo, surgió una oferta como asistente ejecutiva en otro lugar, así que terminé un viernes y para el lunes ya tenía otro empleo, pero no funcionó, simplemente sentí que no pertenecía ahí y no era el camino por el que quería continuar. Era martes, mi segundo día y sabía que renunciaría a la hora de salida. Antes de la hora, recibí una llamada de Tijuana sobre algo que quise por mucho tiempo. Me pedían que estuviera el jueves a las 8 de la mañana allá. Renuncié, conseguí lo que quería de Tijuana, estuve yendo y viniendo desde agosto, y justo en mi penúltimo compromiso Tijuanense al día siguiente de mi regreso a Mexicali, me llamaron para otro trabajo que tiene que ver con mi carrera… ¡Justo a tiempo! Muero de miedo porque sé que le sufriré y me aventaré a la boca del lobo (un lobo bueno), pero estoy muy contenta. Todo sea por aprender, superarme y mejorar.

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