En la casa de Mercedes, las mejores historias suceden. Locas de amor se vuelven las mujeres y las hormonas rebotan como pelotas de ping pong.
Todas bailan en sus habitaciones, cantan y llegan a sonidos agudos. Y el piso que por casualidad siempre está solo en el momento deseado, tiene un guardían que lo protege y ladra a cualquier invitado. ¡Qué se acostumbre la perra que esto va pa' largo!
Toda la noche, todo el día, se cierran las puertas y de tantos cantos y placeres se caen las puertas de los cuartos.
Lo mejor de todo es que Mercedes nunca se ha enterado.
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