Incapaz de poder olvidar aquella vez que me enamoré. A un lado del Río, buscando el horizonte hacia el puente del Paquito. Juro por mi pálida carne, que volveré un día a buscarte, a tocar tus aguas y oler tus perfumes y sentarme sobre tus verdes parques. Sevilla, mi amor eterno, tu belleza insuperable, qué envidía me dan los que descansarán por siempre ahí, que envidia los que llegaron y no se van porque han echado raíz.
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