Una de esas veces en las que te encuentras en una reunión de lluvia de ideas y crees tener una muy buena. Todos participan, pero no levantas la mano por miedo a quedar en ridículo si tu opinión resulta tonta y más duda al estar frente a directivos. Desconfías de ti y tu conocimiento, por lo que te resignas y no levantas la mano. Te moviste un poco y te rascaste la cabeza con el lápiz, un minuto después apuntan hacia ti porque creyeron que querias participar... Llegó tu oportunidad para hablar.
¡Qué suerte! Por fin abrí la boca y no pude haber quedado mejor ni sorprendido más con ese comentario. No sé como dude en participar, si la comunicóloga soy yo, quién más para opinar al respecto.
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