Abro los ojos y está oscureciendo, es esa parte del día a la que llamo la hora deprimente, en dónde el mundo declara que lentamente llegará un final. Todo es tan silencioso, tan tenue y temo que llegue a ser doloroso. Entre las sombras veo una silueta caminante, alejándose con paso lento pero constante, no voltea, no se despide, se desvanece a su voluntad.