Toda aquella mujer que sea elegida para sentarse en esa silla estará destinada a ser la primera dama. Esa silla ubicada en el ángulo perfecto, sin tinieblas intermedias entre el punto focal y la vista del que dirige. Ese lugar encantado que encanta a los ojos del de atrás. Ese espacio central entre la gracia y la tempestad. Tengan cuidado al decidir quién seguirá, pues den por hecho que la profecía se cumplirá.
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