Él no es de este mundo,
pero decidió venir a cambiarlo. Él se pierde entre sus libros por minutos a
días, prefiere leer a dormir, por eso es como un extraterrestre, parece ajeno a
la tierra. La masa de su cerebro se expande en diferentes dimensiones y a ese ritmo quien sabe cuando se detenga.
Si alguien lo viera a
distancia jamás sospecharía de su grandeza, aunque yo dudaría de ese extraño
color de ojos, un azul líquido tan claro y puro, tan transparente pero
imposible de descifrar. Sabe cuando y de quien ocultarlo y también el mejor
momento para compartir sus secretos e historias de vida.
Es el hombre con
corazón de niño, rebelde e incorruptible, sonriente, espontáneo y dulce, pero
lo esconde bien con el humo que lo cubre al caminar durante día entero así como
el vello que cubre la mayor parte de su cuerpo. En él guarda el aroma del tabaco con loción y
magia, y si soy sincera, es fácil volverse adicta.