5.08.2011

El anciano del ala Este

Ella no lo conocía, sólo entró a la habitación y se acercó a su esposa. El anciano en la cama del hospital, extendió sus brazos hacia la chica. Ella le tomó de las manos y le dio un beso, y él le dijo con una expresión de total dulzura: ¡Qué Dios te bendiga hija mía! No hubo más conversación, sólo sonrisas y cariño... Nada cómo eso le había sucedido antes.
El amor no sólo se ofrece a los conocidos, nace para los extraños del corazón.

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